Fotos cortesía de Somos Cucarachas. Taller de esténcil junto a Deúniti. Imagen de: Alejandro Valencia Carmona.

“Somos cucarachas”: una comunidad que reflexiona sobre los falsos positivos a través del tatuaje

El proyecto que comenzó en un estudio de tatuajes en Envigado, reflexiona sobre el valor estético de la moral como criterio para la vida y tiene como objetivo convertirse en una plataforma periodística y un observatorio de derechos humanos.
Miércoles, 29 Junio, 2022 - 05:10

Por: María Claudia Dávila

La cucaracha que Laura le tatúo a Vanessa en la parte de atrás de su brazo izquierdo, el 13 octubre del año pasado, detonó una poderosa conversación que refleja muy bien el valor simbólico de su proyecto. Así lo recuerda esta tatuadora paisa, también conocida como Loca Descabellada dentro de su gremio y quien también va a graduarse como periodista de la Universidad de Antioquia. Dice que luego de dibujar esta imagen con agujas y tinta sobre la piel de su compañera, ella le contó que en su edificio, con el tatuaje recién hecho, una señora de unos 60 años se le acercó. Hablaron mucho: sobre ese número que lleva la cucaracha en su piel como lienzo en un pequeño cartel, sobre la violencia, sobre la amarga historia de este país. Al final, la señora le dio las gracias y le dijo que su hijo llevaba ya seis años desaparecido. 

Para honrar a esas miles de víctimas del conflicto armado del país que como el hijo de ella fueron violentadas de la forma más inhumana y a esas 6.402 personas que según la JEP, fueron víctimas de asesinatos presentados como bajas en combate entre 2002 y 2008, surgió Somos Cucarachas: un proyecto que nació justo ese octubre y que funge como memorial vivo, arte portable, como conversación y reflexión que muta. 

“Somos Cucarachas es una conversación sobre cómo actuamos frente a otros seres según su belleza. También, por esas preguntas que nos hacemos frente al conflicto y esa indignación frente a muchos crímenes que se cometen dentro del conflicto, pero particularmente por los falsos positivos, porque es el Estado matándonos a nosotros mismos para hacer trampa, porque de alguna manera todos pagamos también la guerra: en plata, en muertos, en sangre y también surge, sobre todo, de la pregunta de ¿cómo no nos dimos cuenta?, explica Laura Prudencia. 

Tatuando dos de las cucarachas por la artista @locadescabellada (Foto: Alejandro Valencia Carmona) 

Para la tatuadora que comenzó a darle vida a este proyecto en octubre del año pasado desde un estudio de mujeres tatuadoras ubicado en Envigado llamado Punky Bamby, el hecho de no darnos cuenta tiene una explicación y es en la que se fundamenta Somos Cucarachas. 

El Estado eligió minuciosamente a cada una de estas personas para que no las reclamáramos, porque son vidas que nos parecían menos bellas o que nos parecen menos bellas: los habitantes de calle en Medellín, por ejemplo, los ‘loquitos de los pueblos’, las personas con discapacidades… y todas estas personas que normalmente invisibilizamos porque son “vidas menos bellas”", dice la joven justo en un momento tan importante como el de la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad, donde una estremecedora frase del Padre Francisco de Roux da cuenta de lo infame que ha sido la guerra en nuestro país: “nos tomaría 17 años darle un minuto a cada una de las víctimas para honrarlas”. 

Y es que Laura dice que este proyecto la encontró a ella sin buscarlo. Luego de ilustrar una cucaracha presa inspirada en el concepto de la estética de la moral de Nietzsche que explica que en nuestros valores actúan unos principios estéticos y que actuamos frente a otros según ellos y que por ejemplo, si matamos una hermosa mariposa, somos malos, pero si matamos una cucaracha, somos buenos, surgió la idea de ponerle el número de los 6.402, que representa, con el caso atroz de los falsos positivos, esa idea. 

Tatuando dos de las cucarachas por la artista @jenivaos (Foto: Alejandro Valencia Carmona) 

De ahí, las primeras en tatuarse fueron Angélica y Vanessa, compañeras de Laura, quienes dijeron que sería ideal tatuar 6.400 personas más: a la fecha, desde ese octubre de 2021, ya van 32 personas tatuadas. En su mayoría son familiares de falsos positivos o de alguna forma han sido tocados por la violencia, pero el llamado está abierto a quién quiera llevar en su piel esta forma de protesta, de mensaje portable. “Queríamos aprovechar el tatuaje como herramienta porque este siempre conlleva a la pregunta de qué significa y de ahí se despliega una conversación sobre el valor de la vida”, cuenta Laura. 

Inicialmente el proyecto surgió con el tatuaje, pero la idea es que se hagan camisetas, bolsas, llaveros, pines y arte que se pueda portar para detonar esa pregunta: ¿qué es la cucaracha? ¿qué significa ese número?. 

“La idea es crear una comunidad que porte el mensaje para lograr realmente impactar la escala de valores de nuestra sociedad. Eso se llama una transición, es decir, nosotros sabemos que no podemos cambiar estos hechos, estos homicidios, pero sabemos que si impactamos esta escala de valores hoy, a futuro va a haber una disminución de estas violencias”, explica la creadora de la iniciativa que también pretende que más tatuadores tomen su diseño y repliquen el mensaje. 

Esto, además, pretende potenciarse a través del ejercicio periodístico: “queremos ahondar en la investigación sobre los falsos positivos, buscar historias como las de las personas que se han tatuado y que son familiares de ellos y también narrar sus reacciones cuando se tatúan o cuando portan una de las cucarachas, que pueden ser 10.000 o pueden ser las 32 que ya van”. 

La idea, explica la tatuadora y periodista, es que a futuro cada tatuaje tenga un nombre, para conocer esa vida. “Eso nos va a permitir a mediano plazo, y es lo que más queremos, hacer un observatorio de derechos humanos, particularmente del derecho a la vida, porque este criterio aplica para muchos otros crímenes de lesa humanidad que se cometen todo el tiempo, en los que como sociedad tenemos parte de culpa por simplemente dejarlos pasar y porque privatizamos la muerte a través de la belleza”. 

Al final, agrega, todos somos cucarachas y eso tiene que ver con que entendamos que si la belleza es subjetiva, esta no puede ser un criterio de valor para estar vivos. “Hemos adelantado unos conversatorios, hemos hecho talleres de esténcil y de ahí han salido plantillas lindas. También hemos trabajado con No Copio, otro colectivo de acá en Medellín que trata de desestructurar el homicidio y los discursos frente al homicidio. Estamos en Medellín y en Bogotá y queremos llegar a todas partes”, cuenta Laura, diciendo que la idea es además buscar más aliados y poner el tema político sobre la mesa. 

Taller de esténcil junto a Deúniti  (Foto: Alejandro Valencia Carmona) 

Esto sobre todo, porque desde Punky Bamby, el estudio donde principalmente se han tatuado estas cucarachas sobre las pieles de 32 personas, Laura y sus compañeras han visto y conocido muchas historias de personas que afirman por ejemplo, haber crecido con paramilitares y normalizar un montón de cosas o de personas que fueron desplazadas o de alguna otra manera, sufrieron y sufren los estragos de un país herido por la violencia y creen que nadie mejor que ellos para dialogar sobre el tema. 

Esto porque como vimos esta semana, las víctimas, con su capacidad inmensa de perdonar, de transformar el dolor en puentes para la reconciliación, nos abren un camino para pensarnos una realidad distinta donde la esperanza exista y se pueda propagar de voz a voz. 

Si quieren conocer más sobre Somos Cucarachas o están interesados en tatuarse este diseño pueden ir a su página de Instagram. Con cada tatuaje se financia este proyecto periodístico y este observatorio en derechos humanos en incubación.