Rocket Power

Cinco razones que nos hicieron amar Rocket Power

Hoy celebramos al grupo de amigos de finales de los noventa y principios de los dosmil que nos dejó ver la cultura de los deportes extremos en un programa de niños.
Miércoles, 22 Junio, 2022 - 03:48

Por: María Claudia Dávila

Con patinetas de colores fosforescentes en medio de la noche, deslizándose a través de tubos, andenes y skateparks, surfeando olas cinco veces más grandes que ellos y saltando en bicicleta miles de obstáculos, Otto, Reggie, Twister y Calamar nos condujeron por cinco años hacia un viaje noventero lleno de diversión y aventura. Un viaje que muchos recordamos con una introducción al programa doblada en un español a veces difícil de entender, pero con un montaje rápido que a ritmo de la canción ochentera, “The Wipeouters” de Devo, y con un emocionante mantra nos sumergía de lleno a este universo: “¡En patineta, en plena condición estamos y aquí vamos, prepárense a ver Rocket Power!”. 

 

Transmitido por primera vez en 1999 en Nickelodeon, este programa que salió del aire hasta 2004 se robó el corazón de miles de jóvenes en todo el mundo que se dejaron conquistar por este grupo de niños equipados como todos unos profesionales y motivados por la emoción de tomarse las calles, competir y simplemente disfrutar la vida y crecer mientras practicaban surf, patinaje, skateboarding, ciclismo y hockey callejero. 

Dirigido y producido por Gabor Csupo y Arlene Klasky, también creadores de exitosos programas como Rugrats y Ay monstruos, Rocket Power gira alrededor de una historia sencilla en donde estos niños se enfrentan a problemáticas humanas y universales como la amistad, la familia y el amor, pero permeadas por este contexto: el del sur de California, en la ciudad ficticia de Ocean Shores, inspirada en Santa Mónica. Una ciudad perfecta para sus espíritus inquietos y aventureros llena de playas, parques de skates y un clima que parece perfecto para hacer todo lo que hacen. 

Por eso, aprovechamos que junio es el mes del skate, para explicarles las razones por las cuales amamos Rocket Power: 

1. Nos hizo cambiar la idea que tenemos de los niños

Contrario a lo que veíamos en otros shows de Nickelodeon como Arnold, Doug o Ginger que ocurren casi siempre ambientes domésticos o más controlados, Rocket Power dio una dosis de adrenalina y empuje a esta imagen un tanto más dócil de la infancia representada hasta el momento. 

Así, justo cuando la discusión sobre la mala influencia de la televisión y la tecnología en los niños se iba acrecentando cada vez más, Otto, Reggie, Twister y Calamar, también conocido como Sam se convirtieron en modelos a seguir, como esos niños que no le temen a nada o que aún con temor (como Calamar) son capaces de superar casi cualquier obstáculo y lanzarse al vacío y apostarle al movimiento por encima de otros hobbies.

2. Nos hizo ver que las niñas son igual de hábiles en los deportes extremos que los niños

Reggie Rocket, la mayor de este grupo de amigos, con 12 años es un claro ejemplo de ello. Apasionada por los deportes extremos y también editora de una revista deportiva, es tan hábil y aventurera como su hermano menor Otto, quien en Ocean Shore es reconocido por todos como el mejor deportista de su generación, más allá de su carácter obsesivo y competitivo que molesta a más de uno. 

En este capítulo, de hecho, Reggie reúne a varias niñas de su edad a una protesta para mostrarle a los niños que las niñas son igual de buenas en el surf en un mundo dominado por los hombres. Es una versión infantil y animada de la furia revolucionaria feminista que vemos hoy en día y que seguro nos impulsó desde niñas. 

 

Csupo, de hecho, dijo en una entrevista que la inspiración de hacer este show estuvo influenciada por sus hijas que comenzaron a practicar deportes extremos y de ahí la idea también de contar estas historias y empezar a entender que las niñas son igual de hábiles y extremas por naturaleza que los niños. 

3. Nos mostró que podemos celebrar nuestras raíces

Así como hasta el momento de lanzar Rocket Power, la representación de niñas y niños que hacían deportes extremos en Nickelodeon era casi nula, la diversidad étnica también. Con colores anaranjados en sus pieles, collares de conchas y caracoles en sus cuellos y rastas curtidas por el sol en sus cabezas, este programa nos dejó ver una subcultura pocas veces vista en programas de televisión. 

Aunque muchos creíamos que el contexto de esta era Hawai por el emblemático personaje de Tito que siempre citaba a sus ancestros hawaianos para dar un mensaje de sabiduría o hacer un ritual que ayudará a Raymundo, papá de Reggie y Otto, con quien trabajaba o a los suyos, lo cierto es que este era en California. 

De esta forma, pudimos conocer de cerca una de las culturas costeras más progresistas de Estados Unidos en donde la vida es distinta: los deportes están en el centro de la cotidianidad, la marihuana es una realidad como, la que se ve en ese guiño de los ojos rojos y el hablar pausado de Raymundo y los inmigrantes que allí habitan que hacen de la identidad de California, un estado muy especial. Por ejemplo, se sabe que la difunta mamá de Reggie y Otto es hawaiana, que Twister y Lars Rodríguez, su hermano mayor, son latinos y que Sam, el más blanco de todos, es de Kansas, pero lo más importante: que aquí hay espacio para todos. 

4. Nos hizo amar la cultura de los deportes extremos

Justamente más allá de las diferencias, la esencia de la amistad de este grupo de amigos son los deportes extremos. Es conquistar un nuevo truco en la patineta, abrir un nuevo skatepark o simplemente salir con los suyos a rodar en Ocean Shore o navegar sus olas para pasar un buen rato. Esto, a veces con un espíritu competitivo (o no)... como el que relució cuando Otto conoció por primera vez a Tony Hawk en uno de los episodios. 

 

5. Cada capítulo nos dejó una enseñanza

Los caracteres de cada personaje fueron una fórmula infalible para conducirnos hacia lecciones de vida que iban más allá del contexto playero californiano. 

Aquí el espíritu competitivo de Otto, la responsabilidad de Reggie, el sentido de la inteligencia de Twister y la dificultad con la que Calamar a veces se acercaba a los deportes extremos fue la combinación perfecta para que en cada capítulo aprendiéramos algo de la vida: como que más allá de competir, es importante amarnos y cuidarnos entre nosotros.