Foto: Goldman Environmental Prize.

Cuatro claves para hacer de Colombia un país ambientalmente sostenible

Francia Elena Márquez, 'Nobel de medio ambiente', estuvo en Pereira conversando acerca de su experiencia y de este gran reconocimiento. 
Miércoles, 9 Mayo, 2018 - 12:15

Por: Clarybell Moncada Hurtado

La activista ambiental estuvo en Pereira conversando acerca de su experiencia y de este gran reconocimiento que hoy la hace más visible y lo comparte con cada una de las personas que desde sus comunidades están plantando un precedente en la defensa del medio ambiente.

Francia Elena Márquez ocupó los titulares principales de los medios de comunicación en Colombia el pasado lunes 23 de abril tras haber recibido el reconocimiento más importante que en el mundo se le otorga a los defensores del medio ambiente y el territorio: el premio Goldman, considerado el Nobel de Medio Ambiente.

Este día nos dimos cuenta que la movilización, la valentía, y el sentido de pertenencia y sensibilidad ambiental de esta mujer, nacida en el Norte del Cauca, no debe ser una causa aislada sino un incentivo para que todos como colombianos y habitantes de un mismo territorio lo defendamos a como dé lugar.

Francia viene de un lugar donde ni siquiera los servicios básicos de agua potable y energía son una realidad. Es una mujer afrodescendiente víctima del racismo estructural y desplazada, pero que por su amor y conexión a la naturaleza -que cultivó desde que era una niña- no se permitió nunca quedarse callada, ni a la espera de que alguien hiciera algo por ella o su comunidad.

En Colombia, Francia, abogada y madre de dos hijos, se ha destacado por su lucha constante contra la minería ilegal desarrollada por grupos criminales que despojan a los indígenas y campesinos de su tierra, ha emprendido batallas legales contra la asignación de títulos mineros a las multinacionales, y ha sido una gran líder afro y de mujeres para reclamar la atención necesaria por parte del Estado.

La activista estuvo en Pereira compartiendo su experiencia, habló de este premio como un reconocimiento a la lucha colectiva de los pueblos afrodescendiente, las comunidades indígenas, campesinas y de los estudiantes por defender su territorio como espacio de vida, y nos dejó cuatro puntos claves que se hacen necesarios para hacer de Colombia un país ambientalmente sostenible:

1. Conciencia: "necesitamos poner más amor en el corazón para pensar en proteger nuestra casa, y eso se logra teniendo conciencia de lo que somos como seres humanos y el papel que jugamos en este planeta”.

2. Transformación del modelo económico: "que no solamente es una responsabilidad de quienes están gobernando, sino que es una responsabilidad de nosotros como sociedad. Tenemos que hacer ese cambio, las comunidades han venido impulsando la necesidad de construir planes de buen vivir con unos enfoques territoriales donde el territorio se ponga en primer lugar”.

3. La academia: "yo creo que la educación tiene que transformarse también para construir una educación que nos permita salvaguardar la vida, nuestros territorios y el medio ambiente. Yo pienso que hay que poner más énfasis en cómo nos auto-cuidamos desde la educación y no en cómo hacemos una educación también para seguir reproduciendo el sistema de muerte”.

4. El papel de la mujer: "sin duda este es nuestro momento, yo creo que estamos en una nueva era de la política y creo que como mujeres tenemos que usar el amor maternal para construir, así como parimos y a veces a muchas nos toca criar solas a nuestros hijos, también podemos usar ese mismo amor maternal para cuidar nuestra casa, nuestro territorio, para que estos sean espacios donde podamos vivir tranquilamente respirando un aire puro y contemplando ríos sanos”.

El discurso de Francia siempre está liderado por el amor, pero nunca pierde su fuerza y sentido crítico al modelo económico basado en el extractivismo y desde ahí nos deja una última reflexión:

“El desafío, no solo de Colombia, sino del mundo para poder frenar el calentamiento global, implica cambiar ese modelo económico de muerte para darle paso a un modelo económico que garantice la existencia de la vida y eso implica la protección del medio ambiente y la naturaleza entendiendo que somos parte de ella y no dueños”.