De la duda al llanto: sensaciones de un 'Queenomano' viendo Bohemian Rhapsody
Soy fan de Queen desde que me gusta el rock. Fue la primera banda de la que fui realmente aficionado. Me gasté mis mesadas durante varios años tratando de completar toda su colección de discos (que eran muchos) y finalmente lo logré. Me he escuchado su discografía al derecho y al revés, y a pesar de que con los años mi espíritu rockero fue poseído por el punk y el post punk, y me alejé un poco del rock clásico, Queen siempre ha estado en mi corazón.
Admiraba por igual todas su etapas. Era tan fan de ‘A Night At The Opera’ (1975) como ‘The Game’ (1980). Y de la misma forma, admiraba a todos sus integrantes por igual. Me desilusionó mucho cuando May y Taylor decidieron usar el nombre de la banda con otros cantantes, y en general no me gustan muchas de las cosas que ellos dos han hecho con el legado de Freddie.
Por esa razón desde que supe que ellos producirían una película sobre Freddie Mercury y la banda, estuve lleno de dudas. Dudas que crecieron con los años cuando los problemas alrededor de la producción de la misma (cambio de actores y directores incluidos) crecían. Y como le pasó a mucha gente, los tráilers no ayudaron.
Brian May y Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody.
Pero finalmente, y con un poco de miedo, fui a verla y debo decir que aunque en algunas cosas mis miedos se hicieron realidad, creo que la película logró el que debía ser su objetivo más importante y que ahora les quiero compartir.
Empecemos de menor a mayor. Creo que las mayores fallas de la película tienen que ver con la historia de vida de Freddie. Momentos no muy bien escritos, y tampoco bien actuados, contada un poco de afán y superponiendo las cosas de manera superficial. No me gustó el subtexto moral en el que los momentos más tristes y solitarios de su vida fueran de la mano del descubrimiento de sus gustos sexuales, no creo que sean lo mismo como parece sugerir la película.
Por otro lado volví a ver errores que he visto en muchas películas de rockeros y que a estas alturas creo que son más fórmulas que cualquier otra cosa: una redención final de la mano del amor. Muy hollywoodense. Realmente en esos pedazos me sentí repitiéndome una novela. Ojalá algún día Hollywood cambie esa fórmula.
La primera nota positiva tiene que ver con la historia de la banda. A pesar de algunos errores históricos, pero lleno de guiños a los fans, lo relacionado con ellos funciona porque muestran cómo estos cuatro integrantes eran capaces de entender la importancia de lo que estaban haciendo y la sinergia que los unía en esos retos. La parte de la película donde muestran el proceso de grabación de Bohemian Rhapsody deja claro que los demás integrantes confiaban en la genialidad de Freddie y aunque no supieran bien hacia dónde iban, sabían que estaban haciendo historia. Eso pasa con las escenas de cada una de las canciones icónicas. Sin duda la historia de la banda sale mucho mejor librada que la de Freddie.
Pero al final, donde claramente la película funciona y hace que sus notas altas y bajas se unan, es en los últimos 20 minutos. Confieso que antes de ver la película no me cerraba del todo que esta tuviera que terminarse en la famosa presentación del Live Aid teniendo claro lo gloriosa que fue (sentía que había muchas cosas de los años finales de la banda que merecían ser contados), pero una vez la vi, me quedó muy claro: toda la secuencia de Live Aid es una de las cosas más emocionantes que he vivido tanto como fan de Queen y fan del cine.
Es literalmente una “recreación” de un momento único en la historia de la música, con respeto, con mucho profesionalismo y sobre todo con mucho corazón. Aquellos veinte minutos que tantas veces había visto y siempre me habían emocionado tienen ahora una nuevo significado para mi. Mi adolescente emocionado y mi adulto escéptico se unieron en esa secuencia y lloraron sin parar. ¿Valía la pena todo el resto de la película con sus errores para llegar a ese momento? Claro que sí. No veo la hora de repetírmela en cine las veces que sea. Es una sensación única.
Al final, mientras sonaba Dont Stop Me Now y los créditos rodaban (y yo seguía llorando), le pregunté a mi sobrino de diez años si le había gustado la película y el con una sonrisa gigante me contestó que le había encantado. Ahí entendí la verdadera importancia de lo que habíamos visto. Se había logrado presentarle a Queen a varias generaciones, volviendo la banda lo que siempre tiene que ser: un fenómeno pop que nunca pierde vigencia. Gracias a todos los involucrados en la película porque gracias a ellos, el show continúa.