'Modelo Estéreo', un documental sobre músicos entre muros y barrotes

Este documental verá la luz el 24 de septiembre a las 7:30 p.m. (con repetición el sábado 29 de septiembre a las 9 p.m.) por Señal Colombia.
Viernes, 24 Agosto, 2018 - 12:23

Por: Mariel Bejarano Vásquez

"El saber es el único espacio de libertad del ser." Expresaba Michael Foucault con este pensamiento que el conocimiento es la manera de conseguir la libertad, ha de ser por ello que a pueblos como los nuestros los privan de ese derecho fundamental llamado 'Educación' y de muchos otros derechos, condenándonos a sobrevivir en condiciones precarias que terminan empujando a algunos a la delincuencia y creando dinámicas sociales entre oprimidos y opresores en donde lo único que diferencia a unos de otros es la economía de la que gocen. Seguro si lo analizamos con detenimiento todos hemos estado de un lado y otro dependiendo del contexto y del lugar desde donde se le mire. Para ser un oprimido solo se requiere del sometimiento y la humillación del que hace las veces de opresor, quien a su vez solo necesita abusar de su poder o autoridad, y todos hemos tenido autoridad por mínima e insignificante que llegue a ser, y asimismo todos hemos sido sometidos a la autoridad de otro, ya sea de un semejante o de un sistema todopoderoso, como el de la justicia. 

Esa "libertad del ser" es hasta poética si trasladamos el concepto inicial a una prisión, que ha sido histórcamente una forma de sometimiento y una fábrica de delincuentes, porque como lo escribió Foucault en sus estudios, "la cárcel fabrica delincuentes porque ese es su objetivo", pero más allá de todo ello y más profundamente, la cárcel produce ilegalismos, que son “prácticas heterogéneas y plurales que se desarrollan al margen de la ley o en franca oposición a ella”. 

Hace una década el centro penitenciario La Modelo de Bogotá fue considerado una de las cárceles más peligrosas del mundo por la guerra entre paramilitares y guerrilleros. Entre el año 1999 y el 2000, más de cien personas desaparecieron allí en medio de las balas que volaban entre el ala norte y el ala sur, momento en que La Capilla, ubicada en el centro, se convirtió en una zona de distensión.

Entre 1997 y el 2001 las cárceles colombianas vivieron la peor crisis de su historia, el hacinamiento generó decenas de protestas que terminaron con la vida de más de 150 personas, se registraron además unos 500 fugados y por lo menos 35 desaparecidos en esos años. Y el 27 de abril del año 2000 se llevó a cabo uno de los cosas más renombrados y escalofriantes de La Modelo: la masacre de 32 presos como consecuencia del enfrentamiento entre paramilitares y reclusos de la delincuencia común. La Modelo era un campo de batalla, y el caos culminó cuando cerca de mil hombres del Ejército y la Policía, apoyados por un helicóptero, tomaron el control del penal. Sin embargo, la Fiscalía solo inició las respectivas investigaciones 15 años después de lo ocurrido, y los más de cien casos de desaparecidos continúan en la impunidad.

En este contexto nos ubica con brevedad el documental Modelo Estéreo dirigido por el Colectivo Mario Grande, una pieza audiovisual que es más de lo que el formato y las historias que allí relatan nos indican. Es el resultado de un proceso de varios años de intervención y gestión de iniciativas culturales con incidencia social. Un proyecto audiovisual que dejó muchas otras piezas y experiencias en el camino, pero que no necesita de ellas para sustentar su propio peso. 

Juan Carlos Barreto es Garo, personaje principal de este documental, rapero, padre, esposo, delincuente. 310017 es el número que lo identifica dentro de la cárcel, y al aprecer tiene mayor significado para él que el número de su cédula, el cual nunca se aprendió. Garo fue recluídio con carácter de reincidencia y condenado a 56 meses por el robo de un celular. Pero este documental no nos muestra la historia de un preso cualquiera, nos acerca al mundo de las cárceles y la detención a través de experiencias atravesadas por la música y el arte como una herramienta de transformación. Y aunque la historia de Juan Carlos Barreto termina siendo solo una experiencia casi que piloto, deja evidencia esa capacidad única e invaluable que tienen las expresiones artísticas si llegaran a usarse como técnicas de transformación social, y una experiencia real que además cuestiona y denuncia de manera indirecta las formas en las que nuestro sistema penitenciario la usa para vender una falsa imagen de sus procesos mediocres e ineficaces de resocialización. 

Modelo Estéreo (2018) es un proyecto audiovisual oportuno y necesario, uno que no solo evidencia la carencia de humanidad de nuestro sistema penitenciario y sus representantes, sino una pieza que genera cuestionamientos, incomoda y nos hace mirar hacia adentro, poniéndole rostro y nombre a todos aquellos que han sido condenados a la delincuencia y al olvido.