Ed Wood: ¿el peor director de cine de la historia?

Pocos en su arte llevan esa etiqueta y aquí quisimos entender por qué Wood la lleva y por qué eso nos hace amarlo.
Viernes, 22 Octubre, 2021 - 11:44

Por: María Claudia Dávila

Edward Davis Wood Jr. murió el 10 de diciembre de 1978. Dos años más tarde, finalmente recibió cierto reconocimiento como director. El libro de “Golden Turkey Awards” de Michael y Harry Medved lo declaró como el peor cineasta de la historia por encima de William Beaudine, Herschell Gordon Lewis y Phil Tucker. El "premio" fue malo, pero el hecho de que no viviera para verlo y tal vez beneficiarse de él fue peor. 

Y aunque muchos dicen que Wood no fue el peor cineasta de todos los tiempos, sí concuerdan en algo: pudo haber sido el más desafortunado. La historia de su vida artística estuvo atravesada por una serie de infortunios. Sus películas recibieron muy poco o nulo financiamiento. Muchos derechos de sus películas los vendió a precio de huevo para sobrevivir. Solo después de morir de un infarto, empezó a sonar más su nombre. Sin embargo, lo amemos u odiemos, todo esto hizo que sus películas se convirtieran en unas de las más famosas de la historia y sin duda, en películas de culto que vale la pena ver. 

Plan 9 From Outer Space es un ejemplo de esas películas imprescindibles del realizador. Se rodó en 1956, pero no se estrenó sino hasta 1959. Considerada también como la peor película de todos los tiempos por el mismo libro, con un presupuesto limitado de 60.000 dólares, esta explora la historia de unos extraterrestres que ponen en marcha el “Plan 9” para convertir cadáveres en zombis asesinos. La razón es que los humanos ponen en peligro el equilibrio de la galaxia con sus invenciones bélicas, como la bomba atómica y la "solaronita", un explosivo todavía no inventado que destruirá el sol y el resto de la galaxia. 

Un argumento complejo que combina varios elementos paranormales —extraterrestres, vampiros, zombies— en una historia y que se vale de platillos voladores de plástico suspendidos en el aire con hilos que se alcanzan a ver, disfraces de colores brillantes que cubren los cuerpos de los alienígenas y efectos visuales de bajo presupuesto llevan que esta historia a la vida. 

A lo largo de esta obra vemos al luchador sueco Tor Johnson, Mona McKinnon, Paul Marco y John Breckinridge. También aparece el famoso actor húngaro, Béla Lugosi, un amigo muy cercano al director y que murió antes del rodaje. Todos se mueven entre espacios y objetos inverosímiles como una cabina de nave espacial hecha de cartulina, aviones con cortinas que se les quedan enganchadas cuando las abren, lápidas y cruces hechas de papel y varias incongruencias de tiempo en mismas escenas en donde se ve que es de día y luego de noche. 

Sin embargo, elementos como estos han convertido a esta película en un favorito perdurable entre los amantes de las malas películas durante más de medio siglo. La reputación de la "peor película de todos los tiempos" puede ser una exageración, pero no está tan alejada de la realidad. La película es realmente mala, pero es justamente eso lo que la hace interesante, atrapante y hay que decirlo: cómica, aunque sea de terror. 

Luego está Glen Or Glenda, una película de ensayo profundamente personal de Wood sobre el travestismo, quienes lo conocían afirman que el cineasta se vestía de mujer y que su madre quería que fuera una niña, por lo que lo vistió así hasta sus doce años. La obra presenta a un policía que tras descubrir una nota suicida de un hombre travestido (llamado Patrick y como mujer, Patricia) busca ayuda de un psicólogo para comprender mejor el tema. Luego, un Doctor —experto en lo que hoy llamamos temas de género, pero desde un punto de vista científico que habla sin ningún argumento de peso— explica mediante dos historias que existen personas que no se sienten cómodas con el sexo con el que nacieron y que pueden ser “seudohermafroditas” y “hermafroditas”. 

“¿Por qué el mundo moderno se escandaliza con este encabezado?” Pregunta una voz mientras un periódico anuncia una cirugía de cambio de sexo de uno de los personajes. “Hace no mucho tiempo, la gente del mundo decía: ¿Aviones? ¡Eso va en contra de la voluntad del Creador! Si él quisiera que voláramos, nos habría dado alas. Sin embargo, volamos.”

Con diálogos provocadores, esta película se convirtió en un clásico de culto, en el que él mismo Wood actúa como Glen y Glenda y que intenta comprender la cultura queer, desarrollando empatía por lo que antes veía como “antinatural”; desmontando también un prejucio común de que el travestismo está acompañado de homosexualidad, dejando claro que Glen está enamorado y tiene relaciones sexuales placenteras con su prometida. Y aunque lo hace con una producción pobre y llena de elementos que la hacen ver a veces inverosímil y también barata, sin duda, es una obra transgresora y una imperdible para los amantes del cine y los temas de género. 

Y es que justamente esos desastres bienintencionados de Wood, en donde la forma a veces mediocre, con la fantasía y lo paranormal colándose en medio del drama a veces de fotma no tan bien lograda, hacen de Wood sea un ícono de culto de nuestros tiempos. 

Un año después de Glen or Glenda, Wood hizo Jail Bait (1954). La película se caracteriza por sus actores rígidos que parecen más maniquíes que personas, entre los cuales están Dolores Fuller, Timothy Farrell, Mona McKinnon y Lyle Talbot. El largometraje cuenta que Don (Clancy Malone), el hijo del  "cirujano plástico de fama mundial" llamado Doctor McGregor (Herbert Rawlinson) que está involucrado con el gángster, Vin Brady (Timothy Farrell). Durante un robo fallido, Don dispara a un guardia de seguridad. Arrepentido, planea ir a la policía, pero Vin lo mata. 

Lanzada por Howco, la película es menos interesante que el otro trabajo de Wood en parte porque es simplemente demasiado coherente. No hay tanta de esa sensación impredecible de Plan 9 From Outer Space o de Glen or Glenda, donde los elementos extraños de utilería y escenografía se mezclan con una narración aparentemente sin relación a las acciones de los personajes. Sin embargo, hay elementos divertidísimos con ese toque tan característico de Wood. 

Años más tarde, en 1955, Wood escribió, dirigió y produjo Bride of the Monster. Catalogada como cine extraño por su temática y su muy bajo presupuesto, esta contó con la actuación, ya en decadencia, de Béla Lugosi, actor clásico de las películas del cineasta y quien esta vez interpretó al Doctor Eric Vornoff, un científico ruso con planes absurdos para crear una raza superior y dominar al mundo. Tor Johnson estuvo en el papel de Lobo, ayudante de Vornoff, un hombre torpe y no muy inteligente, pero de buen corazón. La película fue un fracaso en su momento, pero como muchas de sus obras terminó convirtiéndose en material de culto con la especial atención que le empezaron a poner las personas a Wood después de su muerte. 

Como estas cuatro películas, Wood dirigió más de 30 largometrajes y actuó en más de diez con un sello personal único que prácticamente creó de su nombre una marca. Esto le mereció ser llamado también el precursor del subgénero de serie Z, esas películas de bajo presupuesto y con una calidad inferior a las películas de serie B. Fue tanta su popularidad que Tim Burton hizo en 1994 una película sobre sus inicios en el mundo del cine, llamada Ed Wood, con Johnny Depp como protagonista.

Creanlo o no, su valentía y su poco interés por la crítica le mereció a Wood la creación de una iglesia con más de 3.000 seguidores. Fundada en 1996 por Steve Galindo, la Iglesia de Ed Wood se describe a sí misma como: "una iglesia de Internet que practica la religión conocida como Woodism ... una religión basada en la cultura pop". Al describir a Edward D. Wood Jr. como "un salvador" dice la página, usan la figura del cineasta y las de sus películas como una forma de satisfacción espiritual en aquellos que obtienen poca satisfacción de las religiones más dominantes como el cristianismo. “Nos esforzamos por la aceptación de los demás y de uno mismo", dice. 

Y es que sin duda la aceptación de su propia obra, tantas veces calificada como mediocre o incoherente, esa capacidad de seguir adelante cuando el fracaso lo acechó, hicieron de la obra de Wood y del mismo Wood, un ícono en sí mismo. Un ícono que muchos seguiremos encontrando fascinante porque eso que es tan “malo”, “inconherente” o “burdo”, vale la pena voltearlo a mirar.