Gael García Bernal y Jonás Cuarón durante el rodaje de 'Desierto'

DESIERTO: frialdad a 40 grados

 El ‘thriller’ fronterizo del hijo de Alfonso Cuarón llegará a salas colombianas el 9 de marzo. Se antojarán de ver la película después de leer esto...
Jueves, 2 Marzo, 2017 - 12:17

Por: Oscar Javier Romero

Con un inminente y majestuoso amanecer,  surge también la esperanza, una esperanza peligrosa,  temeraria, una esperanza que va dejando el miedo tirado en cada huella que queda marcada en la extensa arena de este inclemente desierto.

Jonas Cuarón, primogénito de Alfonso, escribe y dirige esta película, reflejo crudo de una realidad tan certera como el agobio de una vida en donde las oportunidades aparecen difusas entre la bruma de un camino hostil.

Y es que los Cuarón ya nos habían mostrado el peligro de la inmensidad con Gravity (2013). En DESIERTO, Jonas nos ubica en un lugar que tampoco parece tener fin, una frontera azotada por 40 grados de calor, en la que al igual que Sandra Bullock en su misión espacial, un grupo de inmigrantes intentan aferrarse a la vida.

DESIERTO es una verdad, una noticia de actualidad en pantalla gigante con sonido 5.1,  una carrera por ser alguien, un intento desesperado por vivir un sueño, que saben, empezará siendo pesadilla. La vida se extingue porque el odio así lo quiere, un odio que emerge en la macabra mirada de Sam, un sombrío personaje interpretado por Jeffrey Dean Morgan, (Watchman – The Walking Dead) que alimenta la sevicia de sus balas con el vulnerable andar desértico de un grupo de inmigrantes que no pertenecen a ningún lugar, y sacia su sed destructiva con largos sorbos de whisky.

Tras los pasos tambaleantes de los inmigrantes, un sabueso, un pastor belga malinois entrenado para cazar y odiar; si los premios existieran, parecería muy obvio que Tracker arrasaría en los Pets Movie Awards.

La cámara somos nosotros, corremos con ellos para vivir, nos agitamos y aguantamos la respiración, sentimos sed, angustia y desprecio, nos aferramos a la vida en desventaja, somos el plano subjetivo intentando huir de un rifle de largo alcance mientras las notas melancólicas de Land of All, interpretada Por Woodkid, intentan darle vida a un panorama agonizante.

En ese desierto estamos todos y luchamos todos desde la silla, sabiendo tristemente que la realidad y la ficción saldrán cogidas de la mano.