Cold War: la belleza de los amores difíciles

Esta película nos ubica en la posguerra con todas sus complejidades a través de una historia de amor.
Lunes, 18 Febrero, 2019 - 07:09

Por: Mariel Bejarano Vásquez

Fue en 2013 cuando Pawel Pawlikowski nos llevó con su primera película a la Polonia de los años 60 con un personaje llamado Anna, una novicia a punto de hacerse monja que conoce a la única pariente que le queda, quien le revela no solo su verdedero nombre sino que es judia y que el trágico destino de su familia se remonta a la terrible época de la ocupación nazi.

Ida (2013) le valió a Pawlikowski el Oscar a Mejor Película Extranjera, y nos mostró a un director profundo, complejo y distinto, poderoso, sensible a más no poder, y todas esas cualidades las volvemos a ver ahora en Cold War (2018), con una historia que nos lleva no solo a Polonia sino a múltiples lugares de Europa entre el año 49 y el 64.

Quince años dura esta historia de amor, fascinante y dolorosa. Pawlikowski vuelve al pasado, a un momento de represiones e injusticias, a la Polonia de la posguerra, y nos recrea un amor desgarrador con personajes inconsolables y de misteriosa belleza.

Él (Tomasz Kot) es un músico contratado por el Gobierno para adaptar el folclore al triunfo del proletariado, la reforma agraria y la glorificación del estalinismo. Ella (Joanna Kulig) canta y baila, intentó asesinar a su padre porque alguna vez la confundió con su madre, y si bien el crimen fue en defensa propia, su condena es ser una artista del Gobierno, cosa que no intenta cambiar por las malas, y razón por la cual se separa de su amado,  a quien no dejará de amar nunca y buscará en varias ocasiones, pero cada encuentro será más complejo que el anterior, y en cada uno de ellos los dos personajes confirmarán que la vida y su arte no tiene sentido sin la presencia, la compañía y el amor del otro. 

Ver Cold War deja una sensación de profunda tristeza, ocurre al finalizar algunas películas, que no puedes salir de la sala hasta que el último crédito desaparezca de la pantalla. Sales herido, la historia te descoloca de tu diario vivir y te hace parte de la vida de esos personajes y ese universo recreado en imágenes y sonidos, y no puedes olvidarla con facilidad, la tienes presente durante todo el día, y como a un solitario que busca en su intimidad los recuerdos, te hace cómplice, cercano, te hace parte del relato. 

La nueva película de Pawel Pawlikowski es al igual que su predecesora, una obra maestra, Pawlikowski pareciera ser de otra época, transmite la sensación de ese cine que también él hace en blancos y negros, con música que hipnotiza y a la vez acompaña un universo complejo desde lo político y lo íntimo. 


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