“Amor rebelde”: un documental que cuenta la historia de dos exguerrilleros enamorados

Hablamos con su director, Alejandro Bernal, sobre esta historia atravesada por la insurgencia, el proceso de paz y la complejidad humana.
Jueves, 30 Septiembre, 2021 - 11:41

Por: María Claudia Dávila

Con una música suave que conduce a un viaje íntimo, casi adolescente y onírico, vemos a Yimarly hablar de Cristian. Está sonriendo y moviendo los ojos de lado a lado con nerviosismo. Mientras tanto, narra con picardía las miradas que iban y venían entre los dos cuando se conocieron, la química que los une. Vemos su uniforme colgado a un palo a su lado izquierdo y al fondo, una carpa en la que probablemente dormía antes de dejar las armas. Al sonido se le cuelan grillos y el crujido espeso del monte ondulando. A las imágenes de su amor, imágenes de la guerra. Y por más de que se escuchan balas y se introduzcan elementos hostiles, la atmósfera es de complicidad, intimidad, ternura. 

Casi a la mitad del adelanto de esta película también vemos a Cristian decir: “primero las tareas y ahí sí el amor”. Para su director, Alejandro Bernal, director y productor de documentales y quien desde hace unos 10 años trabaja para canales internacionales, como Discovery y Al Jazeera, cubriendo temas de conflicto armado, medio ambiente y migración, esta es la frase que mejor resume la historia de Cristian y Yimarly y quizás, la que mejor caracteriza al amor en la guerra. 

“Así es la vida de ellos: tienen que obedecer órdenes que van antes de cualquier otra cosa relacionada a su vida privada. Luego, cuando deciden que van a seguir juntos, después del Proceso de Paz, empiezan otras dificultades”, cuenta el realizador antes de ser enfático en que no quiere tampoco que con esto se entienda a la extinta guerrilla de las FARC como un mundo idílico. “Había una estructura militar, un mundo piramidal y cientos de abusos a las mujeres por parte de los comandantes, pero dentro de lo que yo conocí de Cristian y Yimarly, había un amor muy puro”, agrega. 

Y es que no podemos ignorar que el conflicto armado en Colombia ha dejado a su paso huellas imborrables en los cuerpos de las mujeres. Así lo demuestra, por ejemplo, La guerra inscrita en el cuerpo, un informe de 2017 del Centro Nacional de Memoria que deja ver que de 1985 a 2016, se registraron 15.076 víctimas de violencia sexual en la guerra. Según Rocío Martínez Montoya, investigadora del mismo, este tipo de violencia hace parte de una forma de operar similar de todos los grupos armados legales o ilegales en el país. 

Pero más allá de eso y del contexto político convulso de este momento, esta película es sobre todo un acercamiento al mundo interior de ellos dos y a las dificultades que tienen que atravesar como pareja. “La enfocamos así porque fue algo que se dio orgánicamente por el tipo de personajes que son ellos. Son muy especiales. Eso no se da con cualquier persona. No es una película que tenga material de archivo del conflicto. Y aunque es innegable el contexto político, no es el protagonista. Yo me siento muy afortunado de haberlos conocido porque al fin y al cabo ellos son los que crearon la historia”, nos contó Bernal. 

 

Esta idea, agregó, nació gracias a la colaboración con Jaime Escallón y Jimena Sotomayor, productores de Lulo Films. “Queríamos hacer una película de lo que estaba pasando con el Proceso de Paz. Pero no era precisamente sobre este, sino una historia que se desarrollará en ese marco y sobre lo que iba a pasar después”. 

Con ese interés en mente, cuenta Alejandro, asistió a la Décima Conferencia de las FARC y ahí los conoció. Para ese momento, de cara al país y a la comunidad internacional, las FARC tomó la decisión más importante de toda su historia: continuar su lucha, pero sin armas y dentro del orden institucional del Estado colombiano. Esto, con la condición de que lo acordado en La Habana fuera una realidad en las urnas.

“Los entrevisté, tuvimos una conversación muy fluida y un poco más alejada de lo político. Mientras la mayoría tenía un discurso muy estricto y dogmático, ellos en la primera conversación me hablaron del amor, sobre cómo eran las relaciones en la guerrilla y sobre cómo ellos querían que evolucionara su relación después de que se firmó la paz”, cuenta. 

En la guerrilla había reglas estrictas de convivencia, reglas que a su vez, permeaban las dinámicas de las relaciones entre todos. “Se podía tener una novia o una socia, como decían ellos, pero te trasladaban a una misión a otro lado y era probable que nunca se volvieran a ver. Parte de la esperanza de firmar la paz de ellos dos, era la esperanza de construir una vida juntos. Fue muy bonito, yo entablé una relación de amistad muy cercana con ambos. Grabamos entre cuatro y cinco años juntos, recuerda Bernal. 

Yimarly y Cristian venían de estar muy aislados en la selva y nunca habían hablado con periodistas. Primero se acercaron a Alejandro como personas, como amigos, antes que como fuentes, dice el realizador. Luego, después de que empezaron a grabar, se acompañaron en momentos especiales tras la desmovilización, como la construcción de su primera casa, el reencuentro de Cristian con su madre después de 17 años, los conflictos sociales y políticos de la paz, sus propios conflictos e incertidumbre. Eso fortaleció la relación y creó un aire de confianza para grabar. 

“Ellos se dieron cuenta que no primaba un interés por sacar una noticia amarillista, sino que era un abordaje de largo aliento, lo que permitió que fuera una relación construida paso a paso. Hasta el punto de que van a ver por primera vez la película cuando se estrene en noviembre”. 

De pronto ya no están de acuerdo con todo lo que le dijeron, dice Alejando hablando de la reacción que tal vez tengan los protagonistas con la película. “Creo que va a ser emocionante, pero difícil. Solo espero que se note esa relación que se construyó desde la honestidad y el respeto. También hay gente que dice que al final uno no hace la película para los personajes. Es una mezcla. Es complicado, pero espero que todo esté bien”.

Alejandro afirma que no sabe si es por las condiciones en las que se conocieron o las cosas que han vivido, pero Yimarly y Cristian tienen un amor de una pureza admirable. “Creo que un amor como el que tienen, muy pocas veces lo he visto en mi vida o entre las personas que me rodean. Es interesante que en el contexto en el que menos creía que iba a estar esta historia, la encontré”. 

Y es que justamente el hecho de crear una historia con un enfoque tan humano, tan emocional, hace que a pesar de las diferencias políticas e ideológicas que podamos tener como sociedad, nos podamos conectar con estos personajes por lo universales que resultan ser en sus búsquedas y dolores, con la diferencia de que están atravesados por la violencia nacional en primera persona y las contradicciones y las dificultades de una paz todavía imperfecta.  

Esta película se estrena el 4 de noviembre en salas de distribución independiente como en la Cinemateca de Bogotá, el Colombo y la Tertulia en Cali y el MAMM de Medellín. También va a abrir la Muestra Internacional Documental de Bogotá en octubre y hará algunas proyecciones en Ciudad Bolivar. Para estar pendientes de cualquier novedad sobre esta, pueden entrar a sus redes sociales aquí

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