Ilustración de Pedro Pascasio Martínez.

Pedro Pascasio Martínez: un símbolo, una deuda y una historia que se repite

Recordamos a uno de los héroes más interesantes del 7 de agosto y la construcción de la república. 
Lunes, 7 Agosto, 2023 - 12:06

Por: Radiónica

Hace 204 años, entre los cuerpos destrozados y los ríos de sangre que corrieron por el puente de Boyacá, el ejército independentista le dio el último golpe militar a las tropas del rey de España y nació un proyecto republicano que significó la creación de Colombia. Desde entonces, el 7 de agosto es un día solemne en el que sobre todo intentamos recordar lo que nos une como ciudadanos de este territorio. 

Cada año esta fecha trae a nuestra memoria el recuerdo de quienes formaron parte de la gesta independentista, desde los grandes nombres que vemos en estatuas, billetes, monumentos y demás; hasta los anónimos que cruzaron llanuras, montañas y páramos a pie y que se enfrentaron a un imperio motivados por la promesa de la libertad. 

Entre todos los rostros y manos que ayudaran a ganar la independencia, hay uno particular que tal vez a veces no es tan recordado, pero que fue fundamental para la construcción de la república, principalmente por su simbolismo, más que por sus acciones: el de Pedro Pascasio Martínez. 

Según los registros históricos, Pedro nació en Belén, Boyacá el 20 de octubre de 1807. Cuando las tropas de Simón Bolívar tomaron Tunja en 1819, este joven campesino tenía apenas 12 años y trabajaba en la hacienda de Juan José Leiva, amigo y aliado de Bolívar. Motivado por la gesta independentista, el pequeño Pedro se unió a las tropas y fue designado como el cuidador de los caballos del libertador. 

Después de la batalla del 7 a agosto, Pedro Pascasio Martínez y otro niño soldado al que la historia recuerda como Negro José, estaban cerca a un lugar hoy conocido como las "Las piedras de Barreiro", donde encontraron escondidos a dos oficiales españoles, uno fue asesinado por José y el otro fue herido por Pedro, este para salvar su vida reveló su identidad: José María Barreiro, el comandante en jefe de las fuerzas realistas. 

Cuenta la historia que Barreiro intentó sobornar a Pedro, pero este fiel a los valores de la naciente república, lo llevó donde Bolívar. El jóven soldado fue condecorado por esto. Se le dio el rango de Sargento y una recompensa de 100 pesos, además claro, su nombre pasó a la historia como ejemplo de gallardía, valor, honestidad, sacrificio, lealtad y amor a la patria. 

A la larga eso es realmente lo que importa con este personaje, el valor simbólico de su nombre. Una de las cosas que mantienen engranado a un Estado pluriétnico y multicultural como el nuestro son los símbolos que tenemos. En verdad un joven del barrio Rosales de Bogotá, tiene muy poco en común con un jóven de Calamar, Guaviare, excepto por una serie de símbolos como la bandera, el escudo y una historia colectiva que sostiene dichos símbolos. 

Pero además de eso, hay otra serie de personajes simbólicos más contemporáneos que todos reconocemos como son los presidentes, los políticos, los deportistas, los artistas y demás. Hace 200 años pasaba algo similar, sólo que esos personajes se estaban inventando para así a través del ejemplo y el boca a boca, crear este nuevo ideal del naciente ciudadano republicano y sus valores. 

“Lo bonito de Pedro Pascacio Martínez es que simboliza y materializa el nacimiento de una república y sobre todo esta idea en la virtud. Una virtud ciudadana de esta nueva república”, comenta el profesor Andrés Felipe Agudelo del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, quien también explica que esta figura es muy común en todos los procesos revolucionarios de la historia. 

Pero Pedro Pascacio Martínez tiene un extra que no suelen cargar los demás próceres y es su edad. Él era un niño cuando peleó en la guerra, lo cual ha nivel propagandístico funciona muy bien porque crea la imagen de que a pesar de su corta edad, de ser un campesino probablemente analfabeto y de su inocencia infantil, él tenía muy claro que era mejor una vida como ciudadano de una nueva república, que como súbdito de un añejo rey muy lejano. 

Por eso no dudó en entregar al oficial español y por eso es que hoy es recordado, ya que a la larga, representa el hecho de que el proyecto independentista involucró a toda la sociedad. Esto es interesante porque cuando se recuerda a los héroes del 7 de agosto por lo general solo se piensa en los hombres que pelearon y murieron. Los jóvenes, las mujeres, el clero, las personas ancianas, tienden a ser relegadas de la historia a pesar de cumplir un papel fundamental. 

El profesor Agudelo aclara que mientras los soldados estaban al frente, el resto de la sociedad estaba ayudando con comida, con transporte de recursos, cocinando, cuidando heridos, recaudando dinero, espiando al enemigo entre otras actividaes. Por eso es importante entender que: “no eran solo hombres yendo a la guerra, era toda una sociedad, en este caso una nueva sociedad, participando en una guerra”, explica Agudelo.

Así que de alguna forma, Pedro Pascasio Martínez representa a todas las personas que motivadas por su virtud y su afán de crear una nueva patria, pusieron su ser y esfuerzo sobre la mesa. “Una república nace con valores, nace con símbolos y figuras como la de Pedro Pascasio, con su humildad, con su fiereza y su valentía; representan lo esencial y lo básico que muchas veces se olvida en una vida republicana: la honestidad, la lealtad, la valentía”, agrega Agudelo. 

Pero la historia de Pedro Pascasio Martínez tiene una parte no tan heróica que también resume muy bien una de las constantes fallas y contradicciones de nuestra república. Luego de su reconocimiento, Pedro regresó a Belén a vivir en la pobreza y el olvido. No hay muchos registros de lo que fue su vida, hay una foto que se cree es de él y se sabe que en 1880, por iniciativa de algunos historiadores y políticos, el Congreso Nacional le hizo una homenaje y ordenó que se le diera una pensión vitalicia de 25 pesos, que sólo se cobró una vez porque tenía que ser reclamada en el centro de Bogotá y para Pedro viajar desde Belén a la capital era muy difícil así que ahí quedó. 

Por un lado estatuas y textos aplauden su esfuerzo y simbolismo y por el otro, el Estado que ayudó a construir lo dejó relegado en un rincón. 

Lo más triste es que esta es una historia que no deja de repetirse y que nos muestra que desde el nacimiento del país los jóvenes han estado en el frente de batalla. En todas nuestras guerras y en todos los bandos ha habido niños cargando fusiles. Niños que son usados en algunos casos como bandera política pero cuando se vuelven adultos pasan a un tercer plano. 

La historia de Pedro Pascasio Martínez también es una historia de olvido y de meter bajo la alfombra las fallas del sistema. A la larga Pedro fue instrumentalizado y desechado, como miles de otros individuos que han protagonizado de una u otra forma la compleja historia bélica de Colombia. 

También nos muestra las cargas simbólicas que han tenido los jóvenes a lo largo de los años. El buscar crear algo nuevo, cambiar las cosas, construir un mundo mejor y al mismo tiempo encontrarse contra un muro que si no los censura los elimina. Desde los jóvenes fusilados por los españoles que retomaron Santa Fe luego de la primera independencia; pasando por la masacre estudiantil de 1954; hasta llegar al estallido social de 2020, siempre ha habido esta constante contradicción entre el sacrificio, la injusticia, el abuso y una larga espera.  

El profesor Agudelo explica que estas contradicciones también se construyen en el discurso épico que sostiene el nacimiento de una república ya que es necesario incluir un poco de tragedia en la narrativa. Bolívar, Sucre, La Pola, Nariño tuvieron finales trágicos pero gracias a esto se consolidaron sus nombres y sus leyendas. 

El caso de Pedro Pascasio Martínez nos puede enseñar mucho de nosotros como ciudadanos y como sociedad porque nos muestra que un símbolo no necesariamente es algo estático. Este también tiene la facultad de representar muchas cosas que nos pueden ayudar a aprender y desaprender, porque nunca hay que olvidar que nuestra república se edifica gracias a individuos libres, críticos y cuestionadores. A la larga Pedro Pascasio Martínez nos enseña que los jóvenes del país no sólo sirven para cuidar caballos, son quienes nosconstruyen el futuro con valentía y decisión o son quienes aceptan el soborno del pasado.