Gorillaz nos regala un viaje musical ecléctico y reflexivo en ‘Cracker Island’
Cuando Damon Albarn estaba en la cúspide con Blur decidió crear un proyecto alterno con el que pudiera explorar todo lo que pasaba por su cabeza y en 1998 junto a Jamie Hewlett le dieron vida a una banda virtual llamada Gorillaz. Desde entonces 2-D, Noodle, Murdoc y Russel, los integrantes ficticios de esta agrupación, llegaron para aportarle a la industria musical y al público una propuesta sonora novedosa, que además de valerse de la animación y la tecnología, no temía experimentar con diferentes sonidos.
Después de más de dos décadas de trayectoria musical Gorillaz aún es una de las bandas más originales y si hay algo que ama hacer Albarn y compañía es descubrir e incluir diferentes ritmos y géneros, por eso las colaboraciones con otros artistas son bastante comunes tanto en sus discos como en sus presentaciones en vivo, un claro ejemplo es Song Machine, Season One: Strange Timez (2020), una colección de 17 canciones, cada una en colaboración con un artista diferente.
Tres años después del lanzamiento de Song Machine, Gorillaz regresa con Cracker Island, su octava placa discográfica, un álbum que en tan solo 10 canciones muestra a la banda más cohesionada que nunca. A diferencia de su anterior álbum tiene coherencia de principio a fin, además algunos tracks nos regalan la oportunidad de escuchar a Albarn muy cómodo al bajar las revoluciones, nos absorbe entre atmósferas sonoras y reflexiones sobre el mundo digital en el que vivimos.
Seis de las diez canciones son con artistas invitados, junto a Thundercat le dan título al álbum con “Cracker Island”; se une a Stevie Nicks en “Oil”, un synth pop que habla sobre las acciones individuales que pueden cambiar el mundo; con Adeleye Omotayo el funk, la guitarra y los sintetizadores toman protagonismo en “Silent Running”; Tame Impala y Bootie Brown brillan en “New Gold”, un track que tiene impresa de principio a fin la esencia de Kevin Parker; la tan esperada colaboración con Bad Bunny es una “Tormenta” de sonidos caribeños en la que el conejo y Albarn le cantan al amor y en español; finalmente, para cerrar el disco y las colaboraciones está “Possesion Island” junto a Beck, una balada que con trompetas le da un cierre épico a este álbum.
La psicodelia pop la encontramos en “The Tired Influencer” que habla sobre los creadores de contenido y cómo pareciera que en el mundo ya nada parece real; “Baby Queen” es un track melancólico donde Albarn canta sobre una mujer que ha cambiado, además es hace parte del soundtrack del videojuego FIFA 23; al ritmo de las congas y sintetizadores “Tarantula” cautiva con la simplicidad de decir “soy bueno para ti y tu lo eres para mí, eso es todo lo que necesito” y “Skinny Ape” también apela a la melancolía, con una potente línea de bajo y la forma de cantar de Albarn.
Cracker Island se comenzó a gestar en 2021 y según Albarn fue terminado en mayo del 2022, de hecho la canción “Tormenta” fue la primera pista que estuvo completa, ya que iba a hacer parte de la segunda temporada de Song Machine, al igual que “New Gold”. El álbum fue grabado en Londres y en Los Ángeles y contó con la producción de Greg Kurstin (Adele, Sia), Remi Kabaka Jr (Russel) y Albarn.
Si bien Albarn acepta que la tecnología ha avanzado a pasos agigantados y se denomina como ludita, este disco vuelve a poner a Gorillaz en la cima de la industria musical, es la consolidación de una propuesta musical sobria, pero a la vez experimental en la que se reflexiona sobre las implicaciones de vivir múltiples experiencias simplemente a través de una pantalla.